Everest

 

“Everest” es la historia de una aventura peligrosa. En 1996, un grupo de expedicionarios logró llegar a la cumbre del Everest. Pero, de pronto, las cosas se complicaron y la naturaleza puso a prueba la resistencia humana.

La película cuenta la historia de esa travesía por las alturas, con los expedicionarios caminando sobre la nieve y sin oxígeno.

Everest tiene una estructura clásica, propia de las “películas de catástrofes”. En la primera hora conocemos a los miembros del grupo y sabemos de sus ambiciones y anhelos. Están ahí, arriesgando sus vidas, porque necesitan salir de sus rutinas, ponerse en riesgo, sentir la adrenalina y saber que fueron capaces de cumplir una hazaña.

En la segunda hora, la aventura se convierte en desastre y vemos a los personajes enfrentando sus destinos.

El director Baltasar Kormákur prefiere retratar a los personajes, mostrando sus dudas y debilidades, antes que convertir la tragedia en un espectáculo.

“Everest” no es un “show” estruendoso, pletórico de efectos especiales. Por el contrario, se orienta hacia otra vía. Muestra el esfuerzo del grupo, valora el paisaje, se toma su tiempo en describir las dificultades del camino y afronta lo dramático sin estridencias. Aunque no evita algunas concesiones sentimentales propias del género –como los flashes de recuerdos familiares justo en el pico dramático- jamás incurre en el desconsuelo plañidero.

“Everest” es una estimable película de aventuras.

Ricardo Bedoya

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